El Vacio


Cuenta la historia que un profesor universitario de occidente fue a visitar a un maestro oriental. Éste lo recibió en su sencilla morada y se sentaron en cómodos cojines sobre una alfombra esplendorosamente blanca. El visitante se explayó hablando de sus temas favoritos y el sabio lo escuchó pacientemente. ¿Le gusta el té?, preguntó el sabio interrumpiéndolo. El otro accedió y el anfitrión le pasó una taza y vertió en ella un chorro de la bebida. El líquido subió hasta llegar al borde y el profesor levantó inquieto la mirada.

El buen hombre siguió vertiendo el té hasta que se derramó y el otro exclamó alterado: ¿qué ha hecho? Entonces el maestro sonrió y le dijo: "Esta taza es como su mente: no puede aprender nada nuevo, porque se cree lleno. Cuando la humildad haga un vacío en su ego podrá recibir y dar más. Es muy valioso amar el vacío y no tener un alma hermética. Y el sabio agregó: ¿Por qué el mar es tan grande, inmenso y poderoso? Porque tiene humildad y se pone abajo de todos los ríos. Sabiendo recibir, se volvió grande. Si quisiera ser el primero, estando por encima, no existiría. No sería mar, sino isla, toda su agua iría para los otros y estaría aislado y empobrecido.
La humildad es un camino de sabiduría, es como una pérdida que te da más vida. Es de sabios aprender a vaciarse, a perder, a caer, a equivocarnos y a morir. Imposible ganar sin saber perder, imposible andar sin saber caer, imposible acertar sin equivocarse. Imposible vivir sin saber morir. "Quien se humilla será ensalzado", dijo Jesús, y lo enseñó con su propia vida. Feliz aquel que recibe con la misma paz el logro y la pérdida, el acierto y el error, el triunfo y la derrota.
Feliz aquel que ama sin ataduras.

2 comentarios:

  1. ¡Excelente, Andy, sigo tu blog, ojalá puedas anotarte como seguidora del mío, me encantaría y, así, otros más te descubrirían al mirar el mío! Besos y bendiciones.

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